(1) ¿CUÁL ES EL DEBER QUE DIOS EXIGE AL HOMBRE SEGÚN SU LEY?
A.
El deber que Dios exige al hombre es la obediencia a su voluntad revelada. Deut. 29:29. Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas
son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas
las palabras de esta ley. Comp. Miq. 6:8; 1 Sam. 15:22.
1. ¿CUÁL FUE LA PRIMERA REGLA QUE DIOS REVELÓ AL HOMBRE COMO
GUÍA DE OBEDIENCIA?
A:
La regla de obediencia revela a Adán en su estado de inocencia, y a todo
el género humano en Adán, exceptuando un mandamiento especial de no comer del
fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, fue la ley moral. Rom. 10: 4-5. Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que
cree. Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que
haga estas cosas, vivirá por ellas. Comp. Rom 2:14; Gen. 2:17.
2. ¿QUÉ ES LA LEY MORAL?
A.
La ley moral es la declaración de la voluntad de Dios hecha a la humanidad,
guiando y obligando a cada uno a conformarse a ella y obedecerla de un modo
personal, perfecto y perpetuo, en el conjunto y disposición de todo el hombre,
alma y cuerpo. Luc. 10:26, 28. Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél,
respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti
mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Comp. Deut. 1:31, 33; I Tes.5:23;
B.
Y en el cumplimiento de todos aquellos deberes de santidad y justicia debidos a
Dios y al hombre. Comp. Luc. 1:75; Heb. 4:16;
C.
Prometiendo la vida por su cumplimiento y amenazando con la muerte el
quebrantamiento de ella. Comp. Rom. 10:5; Gal. 3:10, 12.
3. ¿ES DE ALGUNA UTILIDAD LA LEY MORAL DESPUÉS DE LA CAÍDA?
A.
Aunque ningún hombre después de la caída puede alcanzar justicia y vida
por la ley moral. Rom 8:3-4. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la
carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del
pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se
cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu. Comp. Gal. 2:16;
B.
Sin embargo, hay grande utilidad en ella, tanto para todos los hombres en
común, como en lo particular, ora sea para los regenerados ora para los que no
están. Comp. 1 Tim. 1: 1, 8.
4. ¿CUÁL ES LA UTILIDAD DE LA LEY MORAL PARA TODOS LOS HOMBRES?
A.
La ley moral es de utilidad a todos los hombres por cuanto que los informa de
la naturaleza y voluntad santa de Dios. Rom.
7; 12-13. De manera que la ley a la verdad es santa, y el
mandamiento santo, justo y bueno. ¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte
para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo
en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento
el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso. Lev. 11:44, 45;
B.
Y de sus deberes obligatorios de andar de conformidad con ella. Comp. Sant. 2:10, 11; Miq. 6:8;
C.
Para convencerlos de su incapacidad y para guardarlos de la corrupción
pecaminosa de la naturaleza, corazón y vida de ellos. Rom. 3: 19-20. Pero sabemos que
todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda
boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las
obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por
medio de la ley es el conocimiento del pecado. Comp. Sal.
10:11, 12; Rom. 7: 7.
D.
Humillándolos al hacerlos sentir su pecado y miseria. Comp. Romanos 3:9; 23;
E.
Y en seguida les ayuda a tener una idea clara de la necesidad que tienen de
Cristo. Rom 7: 9-16. Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el
pecado revivió y yo morí. Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a
mí me resultó para muerte; porque el pecado, tomando ocasión por el
mandamiento, me engañó, y por él me mató. De manera que la ley a la verdad es
santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. ¿Luego lo que es bueno, vino a
ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse
pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por
el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso. Porque sabemos
que la ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que
hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso
hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. Comp. Gal. 3:21, 22;
F.
Y la perfección de obediencia. Comp.
Rom. 10:4.
5. ¿CUÁL ES LA UTILIDAD PARTICULAR DE LA LEY PARA LOS HOMBRES NO
REGENERADOS?
A.
La Ley moral es de utilidad a los hombres no regenerados para despertar su
conciencia a fin de que huyan de la ira que vendrá. I Tim. 1: 8-10. Pero sabemos que la
ley es buena, si uno la usa legítimamente; conociendo esto, que la ley no fue
dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los
impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y
matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para
los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a
la sana doctrina. Comp. Rom. 8:9;
B.
Para conducirlos entonces a Cristo. Gal.
3:23-26. Pero antes que viniese la fe, estábamos
confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De
manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que
fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues
todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
C.
O si ellos continúan en el estado y camino de mal, hacerlos inexcusables. Compárese con Rom. 1: 20; Rom. 2: 15;
D.
Y bajo la maldición de ella. Gal. 3:10-11. Porque todos los que dependen de las obras de la
ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no
permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.
Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El
justo por la fe vivirá;
6. ¿CUÁL ES LA UTILIDAD ESPECIAL DE LA LEY MORAL PARA LOS REGENERADOS?
A. Aun cuando
los que son regenerados y creyentes en Cristo son libertados de la ley moral
como de un pacto de obras. Rom. 7: 4-6. Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante
el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a
fin de que llevemos fruto para Dios. Porque mientras estábamos en la carne, las
pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando
fruto para muerte. Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para
aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo
del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra. Rom 6:
14-15. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros;
pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. 15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos,
porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.
B.
De tal manera que por ella no son justificados. Comp. Rom. 3:20:
C.
Ni condenados. Comp. Rom. 8:1, 34;
D.
Sin embargo, además de la utilidad general de ella, común para todos los
hombres, es de utilidad especial para mostrarles cuán obligados están a Cristo
por el cumplimiento de ella, por haber sufrido su maldición en lugar de ellos y
por su bien. Gal. 3: 13-14. Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros
maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para
que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de
que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu. Com. Rom. 8:3, 4; 2 Cor. 5:21;
E.
Y así estimularlos a ser más agradecidos. Com.
Col. 1: 12, 13, 14; Luc. 1:68, 69, 74, 75;
F.
Y a expresar su gratitud por el cuidado más grande de ajustar su vida a ella
como a su regla y obediencia. Comp. Rom. 8: 22; Tit. 2: 11-14: Rom. 12:2.
7. ¿EN QUÉ SE HALLA COMPRENDIDA SUMARIAMENTE LA LEY MORAL?
A.
La ley moral se halla comprendida sumariamente en los diez mandamientos, que
fueron pronunciados por la voz de Dios sobre el monte Sinaí, y escritos por él
mismo en dos tablas de piedra. Deut. 10:
4. Y escribió en las tablas conforme a la primera
escritura, los diez mandamientos que Jehová os había hablado en el monte de en
medio del fuego, el día de la asamblea; y me las dio Jehová. Comp. Ex. 34:1-4;
B.
Y están consignados en el capítulo veinte del Éxodo. Los primeros cuatro
mandamientos contienen nuestros deberes para con Dios, y los otros seis,
nuestros deberes para con los hombres. Mat.
22: 36-40. Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
Éste es el primero y grande mandamiento, “los primeros cuatro mandamientos”. Y
el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos
mandamientos depende toda la ley y los profetas, “los seis mandamientos siguientes”. (Las dos
tablas)
8. ¿QUÉ REGLAS PUEDEN OBSERVARSE PARA PERFECTA INTELIGENCIA DE LOS DIEZ
MANDAMIENTOS?
A.
Para la inteligencia recta de los diez mandamientos pueden observarse las
reglas siguientes:
I.
A.
La Que la ley es perfecta y obliga a cada uno a proceder en todas las cosas de
conformidad con la justicia de ella, Mat.
22: 37-40. Maestro, ¿cuál es el gran
mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el primero y grande
mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De
estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
B.
Y a una obediencia completa por siempre; así es que requiere el cumplimiento
más exacto de cada deber y prohíbe aun el más pequeño pecado. Sal. 19:7. Cuando fuere juzgado, salga culpable; Y su oración sea para pecado. Sant. 2: 8-12. Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas,
cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores. Porque
cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace
culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha
dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has
hecho transgresor de la ley. Así hablad, y así haced, como los que habéis de
ser juzgados por la ley de la libertad. Comp.
Mat.
5:20-48.
II.
A.
Que es espiritual y así alcanza al pensamiento, a la voluntad, afectos y a
todas las otras facultades del alma, tanto como a las palabras, obras y
maneras. Deut. 6: 5-7. Y amarás a Jehová tú Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con
todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu
corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y
andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Comp. Rom. 7:14; Mat. 22:37-39; 12:36;
III
A.
Que la misma cosa es exigida o prohibida de diversas maneras en varios
mandamientos. Col. 3:5-6. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza,
pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las
cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia. Comp. 1 Tim. 6:10; Ex. 20:3-5; Amos 8:5;
IV.
A.
Que cuando un deber es mandado, el pecado contrario es prohibido. Isa. 58: 12-13. Porque nuestras rebeliones se han multiplicado delante de ti, y
nuestros pecados han atestiguado contra nosotros; porque con nosotros están
nuestras iniquidades, y conocemos nuestros pecados: el prevaricar y mentir
contra Jehová, y el apartarse de en pos de nuestro Dios; el hablar calumnia y
rebelión, concebir y proferir de corazón palabras de mentira. Comp. Con. Mat. 15:4-6; Deut. 6:13. Mat.
4:9, 10;
B.
Y cuando un pecado es prohibido el deber contrario es mandado. Efes. 4:22-24. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que
está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de
vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y
santidad de la verdad.
C.
Del mismo modo, cuando una promesa está anexa, la amenaza contraria está
incluida. Comp. Con Éx. 20:12. Prov.
30:17. El ojo que escarnece a su padre Y menosprecia la
enseñanza de la madre, Los cuervos de la cañada lo saquen, Y lo devoren los
hijos del águila.
D.
Y cuando una amenaza está anexa, la contraria está incluida. Jer. 18:7-11. En un instante hablaré contra pueblos y contra reinos, para arrancar,
y derribar, y destruir. Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad
contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles, y
en un instante hablaré de la gente y del reino, para edificar y para plantar.
Pero si hiciere lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi voz, me arrepentiré
del bien que había determinado hacerle. Ahora, pues, habla luego a todo hombre
de Judá y a los moradores de Jerusalén, diciendo: Así ha dicho Jehová: He aquí
que yo dispongo mal contra vosotros, y trazo contra vosotros designios;
conviértase ahora cada uno de su mal camino, y mejore sus caminos y sus obras. Comp. Con. Ex. 20:7-8. Sal. 15: 1, 4,
5 y Sal. 24:4, 5
V.
A.
Que lo que Dios prohíbe, nunca debe hacerse. Rom. 3:7-9. Pero si por mi
mentira la verdad de Dios abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como
pecador? 8 ¿Y por qué no decir (como se nos calumnia, y como algunos, cuya
condenación es justa, afirma que nosotros decimos): Hagamos males para que
vengan bienes? 9 ¿Qué, pues? Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna
manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo
pecado. Comp. Heb. 11:25.
B.
Y lo que él manda, es siempre un deber para nosotros, y bien para la familia y
sociedad según la instrucción. Deut. 4:
7-9. Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas
estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te
levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales
entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
C.
Y sin embargo, todo deber particular no debe hacerse en todos los tiempos. Mat. 12:3-8. Pero él les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los
que con él estaban tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios, y comió los
panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con
él estaban, sino solamente a los sacerdotes? ¿O no habéis leído en la ley, cómo
en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y
son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí. Y si
supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais
a los inocentes; porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo. Comp. Marc. 14:7;
VI.
A.
Que bajo un pecado o deber, todos los del mismo género son prohibidos o
mandados, juntamente con todas las causas, medios, ocasiones y apariencias de
ellas, provocaciones para las mismas. 1
Tes. 5:21-23. Examinadlo todo; retened lo
bueno. Absteneos de toda especie de mal. Y el mismo Dios de paz os santifique
por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Col. 3: 17-25. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el
nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Casadas,
estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a
vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros
padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros
hijos, para que no se desalienten. Siervos, obedeced en todo a vuestros amos
terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres,
sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de
corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor
recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Más
el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay
acepción de personas. Comp. Gal. 5:26; Heb. 10:24;
VII.
A.
Que en lo que es mandado o prohibido a nosotros, estamos obligados, conforme a
nuestra posición, a procurar que sea hecho o evitado por otros según los
deberes del lugar que ocupan. Ex.
20:10. Más el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios;
no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu
criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Deut. 6:6-9. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las
repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el
camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu
mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes
de tu casa, y en tus puertas. Comp. Gen. 18:18; Jos. 24:15.
VIII.
A.
Que en lo que es mandado a otros, estamos obligados, según nuestra posición y
oportunidades, a ayudarlos. 2 Cor. 1:24.
No que nos enseñoreemos de vuestra fe, sino que
colaboramos para vuestro gozo; porque por la fe estáis firmes.
B.
Y a tener cuidado de no participar con ellos en lo que les está prohibido. 1 Tim. 5:23. Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago
y de tus frecuentes enfermedades.
Efe. 5:2-4. Y andad en amor, como también
Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a
Dios en olor fragante. 3 Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun
se nombre entre vosotros, como conviene a santos; 4 ni palabras deshonestas, ni
necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de
gracias.
9. ¿QUÉ COSAS ESPECIALES DEBEMOS CONSIDERAR EN LOS DIEZ MANDAMIENTOS?
A.
En los diez mandamientos debemos considerar el prefacio, la sustancia de los
mandamientos mismos y las varias razones anexas a algunos de ellos para darles
más fuerza. Deut.
4: 2. No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni
disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios
que yo os ordene.
10. ¿CUÁL ES EL PREFACIO DE LOS DIEZ MANDAMIENTOS?
A.
El prefacio de los diez mandamientos está contenido en estas palabras: Yo soy
Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de siervos. Ex. 20:2.
B.
En estas palabras Dios manifiesta su soberanía como siendo Jehová, el eterno,
inmutable y todopoderoso. Isa. 44:6. Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos:
Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.
C.
Teniendo su ser en sí y por sí mismo. Ex.
3:14-15. Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y
dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además dijo
Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros
padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a
vosotros. Éste es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los
siglos.
D.
Y dando existencia a todas sus palabras. Ex.
6:2-6. Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy
JEHOVÁ.
Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios
Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos. También
establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que
fueron forasteros, y en la cual habitaron. Asimismo yo he oído el gemido de los
hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi
pacto. Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de
debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os
redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes;
E.
Y obras. Hech. 17:24-28. El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo
Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas,
ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es
quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho
todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra;
y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación;
para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque
ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos
movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho:
Porque linaje suyo somos.
F.
Que él es el Dios del pacto, como con Israel en lo antiguo, así con todo su pueblo.
Gen. 17:4-9. He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y
no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te
he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera,
y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi pacto entre mí y
ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo,
para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu
descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en
heredad perpetua; y seré el Dios de ellos. Dijo de nuevo Dios a Abraham: En
cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus
generaciones. Comp.
Con Rom. 3:29;
G.
Que como libertó a Israel de la esclavitud de Egipto, así nos libertará de
nuestra servidumbre espiritual. Luc.
1:73-75. Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre,
Que nos había de conceder Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le
serviríamos En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días.
H.
Y que por lo tanto estamos obligados a tenerle como a nuestro único Dios y a
guardar todos sus mandamientos. 1 Pedro
1:14-19. Como hijos obedientes, no os conforméis a los
deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os
llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a
aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos
en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis
rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres,
no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de
Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. Comp. Lev.
18:30 y 19:37. Véase letra H.
11. ¿CUÁL ES EL RESUMEN DE LOS CUATRO MANDAMIENTOS QUE CONTIENEN
NUESTROS DEBERES PARA CON DIOS?
A.
El resumen de los cuatro mandamientos que contienen nuestros deberes para con
Dios es amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra
alma, con todas nuestras fuerzas y con todo nuestro entendimiento. Luc. 10:26-27. Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél,
respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti
mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás.
12. LA
VALIDEZ DE LA LEY BÍBLICA
Una característica central de las
iglesias y de la predicación y enseñanza bíblica modernas es el antinomianismo,
una posición contraria a la ley. El antinomiano piensa que la fe libra de la ley
al creyente, y este no está fuera de la ley sino más bien muerto a la ley. No
hay absolutamente ninguna garantía en las Escrituras para el antinomianismo.
La expresión «muerto a la ley»,
en verdad está en las Escrituras (Gá 2: 9; Ro 7: 4), pero se refiere al
creyente en relación a la obra expiatoria de Cristo como el representante y
sustituto del creyente; el creyente está muerto a la ley como acusación, como
sentencia de muerte en contra suya, pues Cristo murió por él, pero el creyente
está vivo a la ley en cuanto a la justicia de Dios.
El propósito de la obra
expiatoria de Cristo fue restaurar al hombre a una posición de guardar el pacto
en lugar de romperlo, capacitar al hombre para guardar la ley al libertarlo «de
la ley del pecado y de la muerte» (Ro 8: 2), «para que la justicia de la ley se
cumpliese en nosotros» (Ro 8: 4).
El hombre es restaurado a su
posición de cumplidor de la ley. La ley, pues, tiene una posición de
centralidad en la formulación de cargos contra el hombre (sentencia de muerte contra
el hombre pecador); en la redención del hombre (el hecho de que Cristo, aunque
fue perfecto cumplidor de la ley como el nuevo Adán, murió como sustituto del
hombre), y en la santificación del hombre (proceso en que el hombre crece en la
gracia conforme crece en su observancia de la ley, porque la ley es el camino a
la santificación).
El hombre cuando es quebrantador
del pacto está en «enemistad contra Dios» (Ro 8: 7) y está sujeto a «la ley del
pecado y de la muerte» (Ro 8:2), mientras que el creyente está bajo «la ley del
espíritu de vida en Cristo» (Ro 8: 2). La ley es una sola: la ley de Dios. Para
el hombre que espera en el pabellón de los condenados a muerte de una prisión,
la ley es muerte; para el piadoso, la misma ley que pone a otro en el corredor
de la muerte, es vida, porque lo protege de los delincuentes a él y a su
propiedad. Sin la ley, la sociedad colapsaría en la anarquía y caería en manos
de matones.
La ejecución fiel y completa de
la ley es muerte para el asesino pero vida para el piadoso. De manera similar,
la ley en su dictamen sobre los enemigos de Dios es muerte; la ley en su
cuidado sustentador y bendiciones es un principio de vida para el que acata la
ley.
Dios, al crear al hombre, le
ordenó que sojuzgara la tierra y se enseñoreara sobre ella (Gen 1: 28). El
hombre, en su esfuerzo por establecer un dominio separado y jurisdicción
autónoma sobre la tierra (Gen 3: 5), cayó en el pecado y la muerte.
Dios, a fin de restablecer su
Reino, llamó a Abraham, y luego a Israel, a que fueran su pueblo, a que
sojuzgaran la tierra, y se enseñorearan bajo Dios. La ley, según fue dada por
medio de Moisés, estableció las leyes de una sociedad piadosa, del verdadero
desarrollo del hombre bajo Dios, y los profetas repetidas veces volvieron a
llamar a Israel a este propósito.
El propósito de la venida de
Cristo fue en los términos del mismo mandato de la creación. Cristo como el
nuevo Adán (1ª Co 15: 45) guardó perfectamente la ley.
Como el que lleva los pecados de
los elegidos, murió para hacer expiación por sus pecados, para restaurarlos a
su posición de justicia bajo Dios. A los redimidos se les llama de nuevo al
propósito original del hombre, a ejercer señorío bajo Dios, a ser los que
guardan el pacto, y a cumplir «la justicia de la ley» (Ro 8:4). La ley sigue
siendo central en el propósito de Dios.
El hombre ha sido restablecido al
propósito y llamamiento original de Dios. La justificación del hombre es por la gracia de Dios en Jesucristo; la santificación del hombre es mediante la ley de Dios.
Como el nuevo pueblo escogido de
Dios, a los cristianos se les ordena hacer lo que no hicieron Adán en Edén ni
Israel en Canaán. Un pacto, el mismo pacto bajo diferentes administraciones,
todavía prevalece. Al hombre se le llama a producir la sociedad que Dios
requiere.
La determinación del hombre y la
historia proceden de Dios, pero la referencia de la ley de Dios es a este
mundo. «El ocuparse del Espíritu es vida y paz» (Ro 8: 6), y tener una
mentalidad espiritual no quiere decir ser del otro mundo sino aplicar bajo la
dirección del Espíritu Santo a este mundo los mandatos de la palabra escrita.
Un cristianismo sin ley es una
contradicción de términos: es anticristiano. El propósito de la gracia no es
hacer a un lado la ley, sino cumplir la ley y capacitar el hombre para que la
guarde. Si la ley era tan importante para Dios que se hizo necesaria la muerte
de Jesucristo, el unigénito Hijo de Dios, para que hiciera la expiación del
pecado del hombre, ¡sería extraño que Dios procediera a abandonar la ley! La meta
de la ley no es iniquidad, ni tampoco el propósito de la gracia es un desprecio
inicuo del Dador de la gracia.
La creciente violación de la ley
y el orden se debe atribuir primero que nada a las iglesias y su persistente
antinomianismo. Si las iglesias son flojas respecto a la ley, ¿acaso la gente
no van a serlo? Y la ley civil no se puede separar de la ley bíblica, porque la
doctrina bíblica de la ley incluye toda la ley civil, eclesiástica, social,
familiar, y toda otra forma de ley. El orden social que menosprecia a la ley de
Dios se coloca a sí mismo en el corredor de la muerte: está destinado al
juicio.